Diseño Industrial Pausado: De Vuelta a lo Lento

Escrito por Mila de Medellín, Colombia

 

Creo que todos en nuestra vida sufrimos en algún momento un desencanto por nuestra profesión, para mi ese golpe dado por el diseño industrial por suerte, se repite cada tanto. El diseño industrial como su nombre lo dice, es una actividad creativa de producción de objetos seriados, a partir de la transformación de “recursos naturales”; Para fines funcionales y/o estéticos, aunque también podemos hablar de fines sociales o emocionales, por alguna razón estas palabras son ajenas a la “industria”, que tiene casi la misma definición que el diseño industrial: “Transformar materias primas en productos adecuados para satisfacer las necesidades del hombre”, ¿pero a qué costo? sabemos desde que nacimos que somos demasiados, vemos en cada esquina de la tierra las huellas de nuestro paso y por alguna razón en nuestra evolución decidimos que esas huellas no debían ser sutiles como las de los demás animales, decidimos que debían ser artificios extravagantes que poco resonaran con nuestra madre, la naturaleza.

Cual hijo rebelde el hombre comenzó a construir, parece que lo hace bien en algunos temas, comienza a abolir la esclavitud, a declararse la democracia y a producir más que solo bienes necesarios, comienza a explorar las artes, aumentando el entretenimiento y aumentando los expectantes. Comienza a vivir una vida cómoda, tan peligrosa como suena.

Sumergidos en el sueño de la producción cuando despertamos, parece que ya todo se fue al carajo, ¿Por qué? ¿Cómo estamos acabando con la biodiversidad de un planeta formado hace 4 mil millones de años en 250 que lleva nuestra insostenible producción industrial? Yo creo que la respuesta es que no seguimos las indicaciones de la maestra, la naturaleza crea sus formas más complejas con la menor energía posible, ella es sostenible, es decir que produce conscientemente haciendo uso de energías orgánicas que ni siquiera hemos comprendido o explorado (solo Tesla y lo mataron).

Parece que nuestro mundo se moviera impulsado por actividades económicas y no por personas y se midiera por gasto y no por impacto; es por eso que nos ha costado tanto cambiar de vía, volver a pensarnos y salir de esa zona de confort donde todo es sospechosamente dado, hasta el rol social a desempeñar.

A partir de los problemas que han llevado a la poli-crisis de la humanidad el autor Edgar Morin plantea en su libro La Vía el futuro de la humanidad; cuatro principios en los cuales se debe basar la sociedad para construir la vía para el futuro y que deben permear transversalmente nuestras actividades eco-sociales, estos son:

  • Globalización/desglobalización: Promover los procesos culturales de comunicación y mundialización, sin dejar de lado el desarrollo de lo local dentro de lo global. Poner fin a la privatización y tener una estabilidad alimentaria regional.
  • Crecimiento/decrecimiento: Crecer los servicios, e infraestructura, economía social y solidaria. Y decrecer la fiebre consumista, industrialización de alimentos.
  • Desarrollo/involución: Significa que el objetivo no es el desarrollo de bienes materiales, sino atender las necesidades interiores del ser humano, fortaleciendo la cultura autónoma propia.
  • Conservación/transformación: Depositar la confianza en la agricultura y la ganadería, el artesanado, utilización de productos reparables. Empezar el cambio que nos lleve a una nueva Vía.

 

      “El sistema le tiene a quien se detiene” Escuche por ahí alguna vez y aparentemente es la respuesta simplificada a nuestros problemas, he entendido que volver a las raíces no es volver a las cavernas, no es dejar de lado los lujos sino descentralizar las cadenas y tal vez, preguntarnos si lo que hicieron los romanos hace tantos años con sus ciudades, vale la pena seguir haciéndolo con las nuestras (¿pueden creer que el acueducto ha evolucionado tanto como el ser humano desde los romanos?).

      En conclusión, creo que debemos mirar hacia abajo, cuestionarnos sin miedo sobre que cimientos estamos construyendo y si los pilares se están pudriendo, no esperar a que caigan con el tiempo; hay que prenderlos y entre las cenizas recoger lo mucho o lo poco que sobreviva al fuego.

      Es hora de pensar, que tipo de huellas queremos dejar.

       

      Me llamo Mila, tengo 23 años y soy estudiante de diseño y paisajismo, vivo en Medellín-Colombia en una casa con 6 perros y una gata, siempre he sido una persona muy inmersa en la naturaleza, pero últimamente ha tomado más relevancia en mi vida (creo que en la de todos); desde ese acercamiento a la naturaleza y los animales nace el querer tener una alimentación consciente con el impacto ambiental que generaba, por eso hoy me encuentro en mi segundo camino vegetariano, ya que el primero fue tropiezo tras fracaso debido al desconocimiento del tema por  parte mía y de muchos nutricionistas.

      Me apasionan los deportes y puedo decir que a los 21 encontré el que será mi deporte por el resto de la vida, el patinaje agresivo; me ha enseñado del cuerpo, de las posturas, las caídas, el equilibrio y la respiración (el control de todo está en la respiración). Los deportes me han enseñado sobre comunidad y responsabilidad, dos cosas que no se me dan fácil pero que han sido fundamentales en mis creencias, la primera es hacer comunidad y la segunda es la horizontalidad, son los pilares fundamentales para generar cambio.

      Finalmente creo que debo expresar que mis planes e intereses cambian tanto como yo y es apenas natural estando en un mundo lleno de complejidades y fenómenos que nos hacen repensar el rumbo cada tanto. El cambio siendo lo único constante le da el sabor a la vida y en esta época llena de cambios, nos considero afortunados de estar vivos. Tenemos en las manos una responsabilidad gigante para la supervivencia de la humanidad por eso nos declaro la generación de las obras en construcción reconociendo que todos estamos constantemente levantando los cimientos nuestros y a su vez de la tierra como planeta.

       

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